miércoles, 22 de noviembre de 2006

VIVO EN UN PAIS LIBRE

Quise empezar esto citando a Silvio Rodríguez, pero que esto no mueva error, sé que Silvio cree de verdad vivir en un país libre, cosa que no comparto para nada. Yo de verdad no creo vivir en uno.
Vivimos el horror de 17 años de una dictadura horroroza y algunos de verdad nos pusimos las pilas para terminarla, nuestros premios fueron prisión y tortura, a pesar de lo cual y afortunadamente algunos hemos evolucionado, ya han pasado demasiados años, y creemos que el dictador debe pagar por sus delitos, por asesino, por torturador, por ladrón, por care raja aunque eso no sea delito, y ponerle con eso punto final a esta larga temporada de odios y rencores tan añejos. La dictadura terminó, recuerdo cuando salí a las calles a gritar junto a miles de personas la palabra "Libertad" a todo lo que me daban los pulmones y creí en la veracidad de esa palabra, a veces puedo ser ingenuo.
La Libertad, a mi modesto entender, es más que votar cada cierto tiempo por alguien que invariablemente termina por no cumplir nada de lo que prometió. La Libertad tiene que ver con las pequeñas cosas, con lo cotidiano, con el derecho a hacer lo que se te antoje con tu vida siempre y cuando eso no perjudique a la sociedad en que vives, para eso son necesarias, lo admito, ciertas normas y leyes, pero leyes racionales y justas no inspiradas en moralismos añejos y baratos.
Hace muchos años una de mis bandas favoritas, Iron Maiden, anunció por fin visita a nuestro país, obviamente me preparé para verla, pero para mi horror su visita fue cancelada por la santa intervención de la inquisición, esto es un buen ejemplo de la libertad que se vive en mi país, los que no somos católicos nos tenemos que bancar lo que esa iglesia determine, yo al menos jamás he tratado de que algún católico viva según mis pensamientos, lo mínimo que espero es la misma consideración. Si los católicos no quieren consumir Postinor 2, no quieren divorciarse por apariencias, prefieren no tener sexo a usar condón, allá ellos, bien por ellos, pero dejen que los demás decidamos lo que queremos hacer al respecto sin temor a ser quemados en la hoguera. Lo peor es que estamos regidos por un código penal que data del siglo XIX y que fue hecho por tipos que su primera premisa era temerle a Dios, cosa que permite a instituciones religiosas recurrir a resquicios legales para imponer su moralina añeja a todo el mundo.
Pero la cosa no para ahí, en lo religioso, a las autoridades laicas encabezadas por una presidenta agnóstica no se les mueve un pelo ante los constantes atropellos a las libertades individuales que se cometen día a día en todos los ámbitos de nuestra sociedad. En éste país los empresarios, especialmente en el área del comercio, aún imponen el uso del pelo corto en los hombres y largo en las mujeres, como en la mejor época victoriana, ni hablar de que un hombre use un arete e incluso que se deje barba, atropellando todas las leyes vigentes sobre discriminación a vista y paciencia de todo el mundo. Para comprobar ésto basta que la próxima vez que compren en un supermercado LIDER o JUMBO se fijen, todos los varones con el pelo cortito y todas las mujeres con el pelo tomado, si piensan que esto es por voluntad propia, entonces los ingenuos son ustedes.
Los municipios son tema aparte, tengo 47 años y si un día cualquiera se me ocurre tomarme un copete en mi casa a la 1 de la mañana, estoy frito, por ordenanza municipal, las botillerías cierran a las 12, si pregunto por qué: soy insultado. Claro, se me responde que es para frenar la delincuencia, como si el tomarme un trago me convirtiera instantáneamente en un cogotero, lanza o violador, sin tomar en cuenta el hecho de que un delincuente va a delinquir sobrio o curado sólo por el hecho de que él eligió ser delincuente y por favor no me vengan con la monserga de las desigualdades sociales, primero por que no es el tema que estoy tratando acá y segundo por que la gran mayoría de los pobres de éste país son gente digna que se saca la cresta trabajando por sueldos miserables y no salen a asaltar a nadie.
Ahora ni siquiera puedo ir al estadio, si mi equipo llega a jugar mal y por los nervios quiero prender un cigarrito, me fregué no más, no tengo derecho ni siquiera a agarrarme el cáncer que se me antoje si se me da la regalada gana, si camino fumando y sin darme cuenta paso frente a un colegio corro el riesgo de recibir las penas del infierno, y suma y sigue.
Ahora la embestida viene contra la comida chatarra, un tema que a todas luces debe ser decidido, a mi entender, por cada familia y no imponer a cada ciudadano que comer cuando y donde, decisión que debiera ser libre y soberana, como el beber alcohol y el fumar, o el usar el pelo como a cada uno se le antoje o llenarse de piercings , siendo mayor de edad por cierto, pero no es así. ¿Qué viene ahora? ¿Se nos impondrá a todos vestirnos iguales si alguna vez se comprueba que la ropa de algodón blanco es saludable?¿Se convertirá el estado con la venia de la iglesia en una suerte de Gran Hermano? el solo pensar en ello me provoca terror, y con razón.
Sólo para terminar con un tema peludo no puedo dejar de referirme a la droga, que en realidad es un flagelo, pero no por lo que dice CONACE y la moralina de la iglesia, es un flagelo por lo que se genera a su alrededor, el tráfico, la delincuencia, el enriquecimiento ilícito, el consumo de basura con altos componentes adictivos. Los organismos gubernamentales gastan millones de pesos en campañas de prevención, folletos, rostros televisivos en una parafernalia hipócrita y cara, si la solución es tan simple, despenalización.
Por favor no se horroricen, si hasta Milton Friedman, reconocido economista, el padre de los chicago boys, lo aconseja. Si la droga se despenaliza entra al mercado, sube la calidad, bajan los precios, se acaba el tráfico y se regula su venta solo a adultos. La ley hoy es una hipocresía, no penaliza el consumo, pero penaliza la compra y el autocultivo, o sea no cultives marihuana pues es delito, compra a escondidas marihuana paraguaya prensada con parafina o neoprén, pasta base de cocaína y has pebre tu cerebro de paso enriqueciendo al traficante de tu barrio.
Lo anterior también sirve en un pais en donde cada año mueren miles de mujeres por abortos clandestinos sin que nadie haga nada, despenalicen. Si las mujeres católicas no están de acuerdo, que no lo hagan, tienen esa libertad y yo defenderé hasta el final esa libertad, sólo pido que por favor defiendan la mía.
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Hugo Malasangre
Militante PS
Lo Prado

jueves, 16 de noviembre de 2006

PLEBISCITO: UN DERECHO HUMANO ESENCIAL

LOS CIUDADANOS TIENEN DERECHO A DECIDIR. Deben plebiscitarse: la Reforma Electoral , las Reformas a la Educación , la Previsión y la Salud. EL PLEBISCITO YA ESTÁ EN LA CONCIENCIA DE LAS CIUDADANAS Y LOS CIUDADANOS COMO UN DERECHO. La Presidenta Bachelet ha señalado, en Agosto y Octubre, la necesidad de incluirlo como procedimiento de participación, consulta y decisión ciudadanas. Nos sentimos felices y orgullosos que estas ideas, en la que perseveraron los ciudadanos que hayan logrado abrirse camino. El Plebiscito no está a favor ni en contra de ninguna religión, de ningún partido ni del gobierno. ESTÁ A FAVOR DE CHILE. En CHILE, el ciudadano a los 40 años de edad, sólo ha sido convocado a votar en 15 oportunidades y únicamente para elegir a sus representantes (servidores públicos) tales como los Presidentes, Parlamentarios, Alcaldes y Concejales. En SUIZA, los ciudadanos deciden –se plebiscitan- todas aquellas materias que afectan esencialmente su vida: una reforma a la educación, la previsión, la salud, asociaciones económicas con otros países, etc. De modo que el ciudadano suizo, a los 40 años, ha tomado decisiones en más de 1.000 oportunidades. ¡15 VECES EN CHILE Y 1.000 VECES EN SUIZA! En la historia siempre han existido detractores y pretextos para que los ciudadanos no participen en las diferentes formas democráticas. Antiguamente, podían votar solamente las personas que tenían propiedades. Luego solo los alfabetos. Costó mucho que las mujeres tuvieran derecho a voto. En Chile la última consulta a los ciudadanos se realizó, hace 18 años. El plebiscito es un derecho que es parte de la naturaleza humana: no es una concesión del Estado ni del Gobierno. ¿A Usted le han consultado alguna vez sobre el Sistema de Previsión, de las AFP, sobre: los Tratados de Libre Comercio con otros Países, sobre la Reforma de la Salud o sobre otras materias esenciales y básicas para su vida? Los invito a que reflexionemos juntos. La Presidenta ha expresado que si no existe voluntad y acuerdo para reformar la Ley Electoral debe hacerse un Plebiscito. El soberano, -es decir los Ciudadanos- quiere que el plebiscito se extienda a otras materias. ¿Qué razón puede existir para que se realice un plebiscito solamente para una reforma electoral? Por ejemplo: La propuesta de las principales definiciones de las Reformas a la Educación y de la Previsión , que se están discutiendo a nivel presidencial, deben ser consultadas con los ciudadanos por medio de un Plebiscito Vinculante. Un plebiscito puede incluir –simultáneamente- varias preguntas sobre distintas materias. TRABAJEMOS PARA QUE SE INCORPORE A LA CONSTITUCIÓN Y LA LEY LO SIGUIENTE: QUE USTED Y UN GRUPO DE CIUDADANOS QUE TENGA UNA MATERIA DE INTERÉS DE LA COMUNIDAD , PUEDAN CONVOCAR A UN PLEBISCITO, A TRAVÉS DE REUNIR UN CIERTO NÚMERO DE FIRMAS, POR EJEMPLO, DEL 5% DE LOS QUE VOTARON EN LA ÚLTIMA ELECCIÓN. DE ESTE MODO ESTE PLEBISCITO SE SOMETE A LA VOTACIÓN DE LOS CIUDADANOS Y ES VINCULANTE. ES DECIR, SU RESULTADO ES DE CUMPLIMIENTO OBLIGATORIO. LA IMPORTANCIA DE ESTO ES ENORME. Imagínese: Usted y quienes piensen como Usted, podrán CONVOCAR UN PLEBISCITO y decidir sobre temas esenciales para su comuna, su región o el país. Plebiscitar por ejemplo: la Reforma a la Educación , la Previsión , la Salud ; Reforma a la Constitución ; acciones concretas para terminar con el Centralismo Santiaguino; leyes para proteger el Medio Ambiente; la disminución del Gasto en Armas; la Integración de América Latina(que es la mejor forma de solucionar los conflictos limítrofes y el enorme gasto en armas); etc. ¿CÓMO DECIDEN LOS CIUDADANOS DE OTROS PAÍSES? EEUU. Simultáneamente a la Elección de Presidente se votaron -sumando los de cada Estado— en total 136 plebiscitos. En uno de ellos se consultaba: si los ciudadanos decidían que se aumentara, o no, la remuneración de los parlamentarios. En URUGUAY simultáneamente con la última elección presidencial, se realizó un PLEBISCITO requerido por los ciudadanos. En este se rechazó la privatización del agua potable. Hacer un Plebiscito es fácil y con un costo pequeñísimo. Se trata de agregar una papeleta en el mismo proceso eleccionario. EL PLEBISCITO, REFERÉNDUM existe además en: Alemania, Bolivia, Canadá, España, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Suecia, Suiza, Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Venezuela, Perú, Inglaterra, etc. ¿QUÉ SE A HECHO PARA QUE SE INCLUYA EL PLEBISCITO EN LA CONSTITUCIÓN ? Se a realizado un enorme proceso de Educación Cívica. El Movimiento por la Consulta y los Derechos Ciudadanos, POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA DE CHILE, EN FORMA SISTEMÁTICA, HA REALIZADO: PLEBISCITOS EN 30 COMUNAS DEL PAÍS. HAN VOTADO 228.544 CHILENOS CON SU CARNÉ DE IDENTIDAD Y FIRMANDO EL REGISTRO EN LA MESA CORRESPONDIENTE. SUFRAGANDO EN LUGARES PÚBLICOS: Colegios, en las Juntas de Vecinos, Sindicatos, en las Calles, etc.

Partido Socialista de Chile Comunal Lo Prado 09-509 39 33

lunes, 13 de noviembre de 2006

DEMANDA POR ESPACIOS PÚBLICOS

OBSERVACIONES Y LECCIONES PRINCIPALES 1. Respecto de la demanda por espacios públicos Existe en Chile una importante demanda, por parte de las comunidades locales, en torno al espacio público, la cual expresa principalmente necesidades de mayor seguridad y una mejor sociabilidad en un entorno físico de calidad. Las experiencias realizadas han respondido a requerimientos de las comunidades que han permanecido largo tiempo sin resolverse. Esto ha implicado que el trabajo se haya insertado en un proceso de organización comunitaria que trasciende las acciones y el periodo específico de los proyectos. Si los programas sociales impulsados por el Estado consideraran dimensiones territoriales en sus intervenciones locales, podrían tener un mayor impacto en términos físicos y sociales. En este sentido, el espacio público tiene un rol relevante. 2. Respecto de la participación de la comunidad El proceso colectivo de creación y propuesta colectiva de un espacio físico, tiene una serie de efectos positivos en las localidades: • Fortalece el liderazgo y la capacidad de acción de las organizaciones sociales. • Refuerza la convivencia entre los vecinos. • Favorece la capacidad de lograr acuerdos entre actores locales. • Promueve una mayor autonomía de la comunidad en la gestión de sus problemas. 3. Respecto del proceso de los proyectos Un factor que fortalece los proyectos es la generación de confianza entre los agentes implicados, quienes deben permanecer y cumplir con los compromisos adquiridos. La participación comunitaria en torno al espacio local es un impulso a procesos de mayor apropiación territorial por parte de las comunidades. Organizaciones y vecinos adquieren conocimientos y experiencia en la gestión del territorio. La producción de mejoramiento colectivo del hábitat local constituye un hecho que convoca a diversos actores y posibilita la generación de nuevas iniciativas. 4. Respecto del diseño de los espacios públicos El diseño participativo de los espacios públicos constituye un medio para expresar necesidades y aspiraciones de los habitantes: específicas (género, edad, grupos de interés) y generales (de seguridad, recreación, cultura, naturaleza, etc.). Este tipo de diseño de espacios también materializa una calidad apropiada a las necesidades y aspiraciones manifestadas por la comunidad. 5. Respecto de los productos Mejorar la calidad del espacio público eleva la calidad ambiental y material de un barrio, de una localidad. Un espacio público vital es un elemento que puede agregar atractivo a los lugares. La participación y asociación de diversos actores locales en el proceso de producción del proyecto, potencia y agrega calidad al resultado, y permite la incorporación de diferentes iniciativas y recursos. 6. Respecto de la sostenibilidad • Profundizar y fortalecer una gestión sustentable de los espacios públicos locales implica trabajar en tres líneas: fortalecer los espacios públicos como escenarios para el encuentro y la interacción (animación del lugar); comprometer a la ciudadanía en su gestión para asegurar su uso (capacitación de la comunidad); y articular a actores, acciones y recursos para optimizar la gestión. 1. Fortalecer el espacio público como escenario cotidiano, promover un uso más intensivo, diverso y heterogéneo de los espacios públicos. En este sentido, es fundamental el desarrollo de actividades de animación. La apropiación de los espacios públicos es la forma más eficaz de combatir la delincuencia. Interacción, sociabilidad y mayor seguridad, van de la mano. 2. Involucrar a la ciudadanía en la gestión de los espacios públicos Diseñar, construir y mantener espacios públicos con los grupos que los usan, crea vida social colectiva e identidad. Contribuye a la incidencia de la gente en actos que mejoran su calidad de vida. Aleja la desconfianza y la inseguridad en la convivencia de los barrios. Articular actores, acciones y recursos. Un proceso de gestión que articule esfuerzos, intereses y visiones diversas, acrecentará el capital social de los actores involucrados y contribuye a la gobernabilidad local. Iván Sánchez V. Concejal PS Lo Prado

lunes, 1 de mayo de 2006

EL SOCIALISMO QUE CHILE NECESITA

Son tiempos alegres para el socialismo chileno. Luego de más de 30 años, un nuevo médico socialista, esta vez una mujer, entra al Palacio de la Moneda. Asimismo, el partido aumentó su número de diputados y consiguió una impresionante victoria en el senado, pasando a ser la primera fuerza senatorial de la Concertación. Nos alegramos por la eficiencia electoral y el gran despliegue territorial del partido y su dirección política. Con todo, estamos convencidos que el éxito del socialismo no se debe sólo a una astucia momentánea, sino a que, simplemente, la sociedad chilena se acerca, cada vez más, a los valores y proyectos que simbólicamente ha representado y representa el Partido Socialista de Chile. Esto no significa que el país carezca de problemas o haya modificado radicalmente su estructura social, sino tan sólo que hoy, la oportunidad para generar cambios trascendentes es más fuerte que nunca. El cambio cultural y el desencanto con el modelo neoliberal, que recorre a América Latina en su conjunto, y que ha posibilitado triunfos progresistas en varios países, nos abre, como socialistas una ventana de esperanza respecto al futuro. Así, si bien estamos alegres no somos autocomplacientes, no estamos satisfechos, pues, reconociendo cambios importantes en una dirección progresista, sabemos que estamos lejos de la sociedad que como socialistas deseamos construir. Los cambios en la sociedad chilena: Durante los últimos años, y en buena medida gracias a la enorme gestión del Presidente Lagos, las ataduras del autoritarismo de Pinochet se fueron desmontando una a una; generando una estructura política no sólo más democrática, sino además más progresista y abierta a los cambios sociales. Así, a la par de la eliminación de los senadores designados o el cambio en la estructura del consejo de seguridad nacional, se terminó con la censura cinematográfica, se aprobó la ley de divorcio y se creó una nueva institucionalidad cultural. Si a ello se suman la cada vez mayor inserción de Chile en el mundo, la masificación de la educación superior (aún incompleta y poco democrática), y un desarrollo material que permite a amplios sectores sociales alejarse del fantasma de la pobreza; lo que tenemos es un país cualitativamente diferente al de comienzos de la transición. Si bien Chile es aún un país altamente desigual en cuanto a la distribución de las oportunidades, el dinero y el poder, no podemos dejar de reconocer que es hoy un país con instituciones más democráticas y con mayor respeto por sus ciudadanos. Todos estos cambios en la estructura e instituciones político-económicas que nos gobiernan han ciertamente favorecido un cambio cultural de enorme trascendencia para el conjunto de la sociedad, cuyas reales dimensiones recién comenzamos a imaginar. Chile es, culturalmente, un país mucho más abierto, tolerante, y progresista que hace quince años. Un país en que la hegemonía cultural del pensamiento neoliberal está siendo fuertemente cuestionada por los ciudadanos, los que día a día aumentan su malestar con la desigualdad social existente en el país. Así, en buena medida, Chile es hoy, un poco más socialista. Los chilenos de hoy se indignan por la miseria y la intolerancia y se organizan para mejorar sus condiciones de vida. Los chilenos quieren hoy vivir más libremente y tomar sus propias decisiones, sin amarres éticos o burocráticos; quieren vivir en un país con oportunidades de desarrollo e innovación, pero a la vez un país en el que los débiles sean protegidos. En fin, hoy, la sociedad chilena, quiere un poco más de la libertad, justicia e igualdad que promueve el socialismo. Es este cambio institucional y cultural de orientación progresista el que nos permite estar viviendo el surgimiento de liderazgos ciudadanos alejados de las elites de poder tradicionales. Es esta confluencia entre las cada vez más fuertes aspiraciones de un pueblo por construir una sociedad más igualitaria, y el capital simbólico e ideológico de los partidos progresistas que conforman la Concertación, la que hace posible la elección de una mujer socialista como Presidenta de la República. Así, surge la fuerza de la Presidenta Bachelet. Ella no es simplemente empatía, capacidad y esperanza de cambio; sino que, al ser la representación simbólica de una aspiración popular, se convierte en un liderazgo históricamente necesario, llamado a reconciliar a la sociedad chilena con una estructura económica y un estilo de liderazgo que aún no dan plena cuenta de la transformación ocurrida. Su interpelación y llamado a los ciudadanos a participar y a asumir cuotas más importantes de poder, si bien se originan en la historia más profunda de la tradición socialista Chilena, de los comités obreros de la República Socialista de Chile al poder popular de Salvador Allende; se hace hoy más relevante que nunca, pues es la representación ya no sólo de un sentir de clase o de grupos sociales excluidos sino que del conjunto de la nación chilena. Así, la idea del socialismo es hoy parte de un sentir nacional al que adhieren hombres y mujeres de las más diversas clases y condiciones sociales. El inmovilismo del sistema político chileno Frente a estos cambios en la sociedad y su cultura, diversos subsistemas y actores sociales han reaccionado. Algunos, conservadoramente, tratan de devolvernos al orden propio del autoritarismo, imponiendo censuras y reglas ya no legales sino morales; y otros, como los movimientos sociales de nuevo cuño (feminismo, ecologismo, organizaciones culturales de base, de consumidores, etc.) buscan la aceleración de dichas transformaciones. Así, parece claro que la sociedad chilena se encuentra en movimiento; y frente a este movimiento la elite política, el sistema de partidos y las instituciones de representación tradicional como el parlamento o los consejos locales, sólo han respondido con la perplejidad. Los partidos de derecha tímidamente buscan resguardar el orden autoritario, pero es sabido que ellos son poco relevantes, pues los verdaderos actores del conservatismo, poderes fácticos que se mueven en las sombras de la intriga, están escondidos y representan grupos hoy bastante minoritarios del gran empresariado, la Iglesia, los medios de comunicación, el poder judicial, etc. Lo mismo ocurre en los partidos progresistas; simplemente observan los cambios sociales subiéndose tarde a un tren cuya locomotora está muy lejos de la política y los políticos. Esta ausencia de los partidos políticos en la discusión sobre los cambios que afectan a la sociedad y la forma en que ellos deben orientarse, es la base de los problemas por los que atraviesan. Es la explicación a la apatía generalizada de amplios sectores sociales frente a la política, a la falta de militantes y al pragmatismo exagerado que muchas veces impide conocer las verdaderas diferencias entre todos los actores. En la sociedad actual existe un conflicto social en torno a la necesidad de mayores grados de igualdad. Y dado que ni los partidos de derecha ni los de izquierda se encuentran realmente representando intereses sociales contrapuestos, no es raro que la política pierda relevancia, convirtiéndose en un juego de marketing en que el dinero y el carisma personal reemplazan la carencia de discurso. Así, en buena medida, es el propio éxito de la elite de la transición y el cumplimiento de su programa de transformación política y cultural la que explica el inmovilismo actual, la falta de ideas y de conexión con una ciudadanía que se encuentra buscando nuevos horizontes. Si bien la nueva presidenta y la forma en que ha conformado su gabinete representan una ventana de aire fresco para los partidos progresistas, estos aún no se deciden a dar un salto cualitativo; el que implica una reflexión profunda no sólo respecto a los objetivos de la política y las ideologías y programas; sino también en relación a las formas en las reclutan a su elite, se distribuyen el poder y se comunican con la ciudadanía El desafío del socialismo chileno El Partido Socialista de Chile está inserto en la perplejidad que domina al conjunto del sistema político chileno. Tenemos un partido burocrático, sin ideas, discurso, ni discusión política, y en el que los desafectos internos y las faltas a la ética se comienzan a hacer reiteradas. Sin embargo, nuestro partido posee una gran ventaja respecto a otros partidos; la que a la vez se convierte en su máximo desafío: A saber, que la dirección de los cambios sociales está orientada hacia los valores que dieron origen al pensamiento de la izquierda en el mundo. Así, nuestra ventaja frente a otros partidos es que la idea del socialismo está plenamente vigente; por lo que para aumentar nuestra relevancia y convertirnos es actores centrales del proceso de transformación que vive el país, no necesitamos maquillarnos ni cambiar nuestras ideas (como le ocurre por ejemplo a la reaccionaria UDI); sino simplemente, revisar las formas que tenemos de actuar como partido y de relacionarnos como personas, mejorando nuestro accionar político y nuestra estructura orgánica, para así descentralizar el poder partidario y dar mayor cabida al debate y la participación. El PS, como aparato político si bien ha sido capaz de ganar importantes espacios en la sociedad Chilena, se encuentra estancado hace tiempo en torno al 10% del electorado. Por el contrario, el socialismo como idea, las figuras y líderes ciudadanos del partido y su apelación simbólico – histórica en amplios sectores sociales, ciertamente superan y desbordan una estructura y una forma de hacer política diseñada para defender los intereses de los más desposeídos y enfrentarse a una sociedad más bien hostil. Este es el desafío: poner al instrumento Partido Socialista de Chile a la altura de lo que hoy le pide una ciudadanía abierta al cambio social y receptiva a la tradición e ideología que dieron origen al partido. Convertirlo en el motor central de la transformación democrática que el país necesita y a la que tantos ciudadanos de diversas formas aspiran. Tanta es la fuerza que ha cobrado en la cultura nacional en los últimos años la idea de transformación social, de apertura, tolerancia y lucha por la igualdad, que es posible afirmar, en alguna medida, que nuestros triunfos electorales ocurren a pesar de una estructura partidaria anquilosada, burocrática y en el que el afecto mutuo entre sus militantes se pierde día a día. Pero la derecha y el conservantismo no se quedarán tranquilos. Mayor igualdad significa perdida de privilegios y poder para algunos; los que defenderán dichas regalías con fuerza. Así, día a día el PS tendrá nuevos desafíos y nuevas luchas a las que enfrentarse; y, ciertamente, hoy no nos encontramos preparados para ellas. En este contexto, las palabras desafío y renovación parecen unirse indisolublemente. Debemos renovarnos, en lo orgánico, político y en la actualización de nuestras ideas al Chile post-autoritario en el que vivimos. Debemos dar cuenta de la nueva realidad con mayor precisión. Debemos intentar constituir un gran referente socialista en el país, en el que se incluyan no sólo los tres partidos que componen el progresismo concertacionista, sino además movimientos como la SurDa o Fuerza Social Democrática. En resumen, debemos ponernos nuevamente en marcha, terminado con un inmovilismo que sólo beneficia a quienes quieren evitar que Chile alcance mayores grados de igualdad. Ya nos renovamos una vez a comienzos de los 90’, poniendo nuestro partido y nuestra ideología a tono con los desafíos de la transición; hoy se nos exige emprender dicho camino nuevamente. La reforma partidaria tiene que ver con dejar de mirarnos todo el día en un espejo burocrático que altera la realidad, y abrirnos a la sociedad y sus problemas; a la participación de la ciudadanía, y a una reflexión crítica e ideológica que hoy está absolutamente ausente del discurso del Partido Socialista. Ciertamente, esta renovación requiere de la experiencia de las actuales élites dirigentes, pero también necesita de nuevos aires; de personas que representen los nuevos valores de la sociedad chilena y su forma más abierta y desprejuiciada de mirar los fenómenos sociales. Se requiere de viejos y nuevos militantes e incluso de personas que si bien no son parte del aparato partidario están comprometidas con nuestros mismos principios y valores. En el contexto político del Chile actual, entendemos que los procesos de transformación al interior del Partido Socialista tienen que ver con cinco aspectos fundamentales: a. Un partido que colabore activamente con el Gobierno La primera y más importante misión del Partido Socialista de Chile en los próximos años, es colaborar y asegurar el éxito del gobierno de Michelle Bachelet. En este sentido, no se requiere simplemente un partido leal al Gobierno, cuyos parlamentarios voten favorablemente a los proyectos del ejecutivo y cuyos militantes estén dispuestos a asumir cargos de responsabilidad; sino un partido que entregue sustento político y técnico verdaderos, con debate interno y propuestas enriquecedoras. En cuanto a esta misión y su relevancia no existe discusión ni diferencias al interior del partido, por lo que cualquier intento de contraponer a algunos militantes con otros respecto a su nivel de adhesión al gobierno o a su Presidenta es una falacia destinada a ser descubierta fácilmente por la militancia. Partiendo de la base anterior, baste simplemente señalar un par de aspectos que no siempre son considerados al momento de definir un partido activamente de gobierno: Un partido de gobierno es un partido ordenado, transparente, cuya vida interna no es un tema de despectivo comentario ciudadano. Así, entendemos que, durante los próximos cuatro años el Partido Socialista requiere, más que nunca, una conducción fuerte capaz de articular las mayorías y consensos necesarios y de generar lineamientos políticos claros para la militancia. Se requiere que todos los sectores partidarios se sientan representados y posean grados de responsabilidad en los procesos de toma de decisión. Un partido de gobierno es aquel que es capaz de posponer sus legítimas aspiraciones en aras de mantener la unidad del oficialismo. Esto no será difícil para nosotros, pues estamos convenidos que, en esta etapa histórica, las aspiraciones del socialismo están plenamente representadas y contenidas en el programa de Gobierno de Michelle Bachelet. En este sentido, defender las aspiraciones partidarias no es más que velar por el cumplimiento íntegro del compromiso adquirido por el nuevo ejecutivo con la ciudadanía a través del programa de Gobierno. Finalmente, un partido de gobierno es aquel que lealmente, hace ver sus puntos de vista y contribuye a generar políticas públicas de calidad y con acuerdos mayoritarios. b. Un partido con opinión Si hay algo que caracteriza el anquilosamiento de los partidos políticos chilenos, y entre ellos al PS, es que han dejado de pensar: Sus intelectuales orgánicos y sus centros de reflexión se han debilitado al máximo y el debate político cotidiano simplemente ha dejado de existir. Así, desde la llegada de la Concertación al Gobierno, el Partido Socialista de Chile, se ha volcado casi por completo hacia el Estado, entregándole sus mejores cuadros y abandonando la discusión ideológica y la reflexión crítica sobre las distintas políticas públicas que se proponen o se llevan a cabo. En este contexto, las divisiones internas del Partido tienen hoy poco que ver con grandes quiebres ideológicos o estratégicos, o con alternativas diferentes en torno a políticas públicas; sino que, tan sólo, representan caudillismos y conflictos respecto a la forma de repartirse el poder partidario y su influencia en el Estado. El Partido Socialista es hoy una orgánica sin reflexión propia, sin opinión sobre los grandes temas que cruzan a la sociedad chilena; y sin debate partidario; en definitiva, un partido completamente despolitizado. Esto es imperdonable en un partido que entiende el cambio social permanente como algo constitutivo de su esencia política. Repolitizar al Partido Socialista significa desburocratizar sus comisiones técnicas, generar instancias de diálogo con la militancia, y volver a poner un énfasis central en la formación de nuevos cuadros políticos. Repolitizar al partido significa que aquellos que postulen a cargos de dirección partidaria sean capaces de determinar por qué lo hacen y qué los diferencia de sus rivales, tanto en el plano estratégico como ideológico. Sólo realizando estas tareas será posible volver a tener un partido vital y representativo de las distintas corrientes e intereses de nuestra sociedad. c. Un partido que aspira a la expansión de la democracia A través de toda su historia política, desde la Sociedad de la Igualdad de Francisco Bilbao hasta nuestros días, el objetivo principal del socialismo chileno se ha centrado en la distribución y desconcentración del poder en la sociedad, tanto al nivel económico como político y social. En cierto sentido, es posible afirmar que la lucha por el socialismo ha sido equivalente a la lucha por la expansión de la democracia y los derechos y libertades ciudadanas. Tal como ya lo hemos planteado, esta lucha por la repartición democrática del poder ha tenido éxitos importantes en los últimos años: democratización constitucional, regionalización de la inversión pública, etc. Sin embargo, es mucho lo que falta por hacer. No es posible que en una sociedad democrática, compleja y diversa como la nuestra, no existan autoridades regionales elegidas por la ciudadanía ni consejos comunales que puedan dar cuenta del conjunto de intereses sociales representados en las ciudades actuales. La resolución de estas carencias democráticas de la sociedad chilena deben ser prioritarias en nuestra agenda política; lo que implica una preocupación especial de nuestros parlamentarios y técnicos; y la voluntad política para articular consensos frente al tema. Pero la democracia como ideal no debe ser sólo algo que se pregona hacia afuera, debe ser una luz que oriente nuestro propio desarrollo partidario. En este contexto, es posible afirmar, no sin cierta tristeza, que los avances sociales democratizadores propiciados por la Concertación, no han tenido su correlato al interior del Partido Socialista, cuyas decisiones siguen siendo tomadas en forma inconsulta por unos pocos militantes en la sede central de calle París. Chile necesita un nuevo socialismo, un Partido Socialista realmente democrático. Un partido en el que el poder se encuentre repartido y en el cual se escuche la voz de toda la militancia. Un Partido democrático es un partido pluralista; en el que los disensos son resueltos por mecanismos institucionales y las resoluciones aceptadas por todos los militantes. Un partido democrático distribuye el poder entre sus distintos niveles territoriales; entregándoles a las direcciones regionales altas cuotas de responsabilidad en la designación de candidatos y la elaboración de políticas públicas locales. El PS debe adecuar su orgánica a un nuevo Chile; en el que las regiones y el poder local adquieren crecientemente un mayor protagonismo en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales. Un partido democrático tiene una administración transparente y sus autoridades dan cuenta pública de su gestión; con sus logros y debilidades d. Un partido abierto a la sociedad Pero, por más democrático que sea un partido, si se encierra sobre si mismo, se estanca y, finalmente decae; perdiendo su relevancia política e histórica. Las sociedades modernas son altamente dinámicas, generándose a cada momento nuevos intereses, conflictos, y tendencias; las que de ninguna forma pueden contenerse en una orgánica. Así, los cambios sociales desbordan aún a aquellos que se empeñan en propiciarlos, por lo que, sólo la existencia de canales de comunicación directa entre el partido y su militancia y el resto de la sociedad, permitirá al PS estar atento y recoger los nuevos desarrollos e ideas provenientes de todos los rincones de la sociedad. En este contexto, la prioridad es transformar al Partido Socialista en un espacio abierto a Chile, con capacidad de dialogar con la ciudadanía organizada; y con la voluntad de liderar a las grandes mayorías sociales en procesos democráticos de transformación. No se debe aspirar a traer a toda la ciudadanía al Partido Socialista o a politizar excesivamente a la sociedad civil; sino, por el contrario, a permitirle al Partido acercarse a la diversidad y construir plataformas de convergencia con una ciudadanía autónoma. Ya lo decía Gramsci hace mas de medio siglo, los cambios sociales democratizadores no pueden consolidarse simplemente con el control del aparato estatal; se requiere que ellos se encarnen en la cultura ciudadana y fluyan desde el espacio de la práctica cotidiana hacia la burocracia. No es la burocracia partidaria la que definirá la dirección de los cambios; sin embargo esa burocracia partidaria debe ser capaz de expresar y representar los nuevos sueños transformadores de aquellos que se comprometan con los excluidos y con la lucha por la equidad. Ese es el rol del Partido Socialista, insertarse en el tejido social, contribuir a generar prácticas sociales libertarias; y trasladar dichas prácticas populares a la esfera de lo público. e. Un partido acogedor La inercia burocrática y la falta de diálogo y debate político nos han llevado a un fuerte deterioro en la convivencia interna; quedando bastante poco de la vieja amistad cívica propia del socialismo chileno. Asimismo, dicho deterioro cívico ha conllevado, muchas veces, un relajamiento ético en la vida partidaria; el que es menester revertir si deseamos seguir contando con el favor ciudadano. El mejoramiento de la convivencia interna no debe ser entendido como un requerimiento proveniente del mundo de la moral o del deber ser; sino que, muy por el contrario, como un imperativo funcional; pues de no alcanzar niveles de amistad cívica adecuados, será casi imposible dar cumplimiento a los grandes desafíos que la sociedad nos ha planteado. En este contexto, los socialistas debemos aprender a querernos más, a que nuestras discrepancias sean sólo eso, y no peleas fratricidas que en nada ayudan a la causa común. Sabemos que tenemos una tremenda tarea por delante; que el Gobierno que viene será una prueba definitiva para nuestro partido; y que la forma definitiva que tomará el progresismo en Chile depende mucho de nuestro éxito en el proceso de renovación de la estructura y la forma de hacer política en el Partido Socialista. En cualquier caso, estamos preparados a asumir la tarea. Creemos que es tiempo de un cambio real; que nos permita recuperar lo mejor de nuestra historia política y complementarlo con nuevas prácticas sociales, más democráticas y libertarias. Chile es hoy más socialista que ayer, el Partido debe serlo también…..